Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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viernes, 3 de agosto de 2012

Fuego en la naturaleza


Tropeles de sombras huyendo en islas a través del fuego desatado. Nubes sofocantes, rojizas, deslumbrantes.
Humaredas negras inundan el aire. Puro y diáfano de ese día inesperado.
Fuego en la naturaleza, desatado, ni cómo, ni porqué, es la naturaleza en forma cambiante avisando al hombre sus quejas y llantos.
El viento agita las ramas del bosque, desatando entre cenizas polvo y  brasas.
La curvada línea de fuego se dispersa por doquier y los árboles se quejan, lloran, gritan.
Con un dolor angustioso la naturaleza sufre doblemente, la tierra se reseca, los árboles mueren.
Jamás el fuego jugó su mejor rol. Pero poco a poco va retrocediendo sin bramidos ni crepitaciones.
Es el final de un día inesperado, del dolor resulta un nuevo crecer, un amanecer lluvioso, gris, que a sabiendas existiendo los brazos y caen las lágrimas de la naturaleza para exterminar el fuego al final de los caminos.
Y allí donde el fuego destruyó una nueva vida verde, aún sin crecer, espera el momento de surgir con más fuerza y más energía para que el paisaje de primavera torne otra vez verde. Esplendoroso, mágico, hacia el último cielo, para resurgir en primavera con las alas de las leves y primeras golondrinas.
De las cenizas el misterio de la luz y de la vida nació múltiple el viento como un Ave Fénix, esencia del fuego, que del humo su vuelo emprendió extendiendo sus alas, brillando como la luz del sol para cuidar al mundo entero.
¡Símbolo viviente de la inmortalidad y de la resurrección!

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